por Maite Zuazola
Hola Cuaresma, ya estás aquí, y nos dices «para y recapacita en tu relación con el Señor tu Dios, porque eso es lo que único importa ¿es que no lo sabes?»
Pues sí, lo sé, la verdad, es lo que más me importa. Realmente es lo que quiero, crecer en esa intimidad con quien más me ama, mi mejor amigo, mi salvador… mi todo, quien da sentido a mi vida.
Si la cuaresma me pidiera un slogan yo tengo uno muy claro. En la catequesis que doy a mis niños hemos hablado de la cuaresma, y sobre los tres puntos importantes que debemos cumplir en este tiempo de desierto y de gracia: Oración, ayuno y limosna.
Oye, ¡qué bien se lo han aprendido! Otra cosa es llevarlo a cabo, claro, como nos pasa a todos. Entienden y asumen que el ayuno consiste en privarse de alimento, aunque prefieren mejor realizar algún otro sacrificio y no quitarse de comer. Lo entiendo, porque son niños aún y tienen que crecer, pero privarse de algo es importante, así que deciden recortar en chuches y chocolate. El resto de propósitos, o como yo llamo, detalles de amor con Jesús, son sacrificios cotidianos varios: preparar el desayuno a la familia los fines de semana, llamar a los abuelos todos los días, poner la mesa para la cena o hacer su cama… Pero lo más bonito es que decidan orar más y se propongan rezar diariamente un misterio del Rosario. Esto sí que me ha llegado a la patata, pues yo creo fielmente en este arma poderosa a la que acudo sin faltar un solo día. Mi vida no es la misma desde que decidí rezarlo por primera vez, pero eso ya es parte de mi testimonio y no me quiero distraer.
Creo que todo esto es precioso, agradable al Señor, pero lo importante es hacerlo todo con mucho amor. Porque ¡oiga! nadie nos obliga. Entonces ¿por qué hacerlo?
Una muestra clara de este amor es hacerlo todo en clave de alabanza. Esto lo sabemos muy requetebien en nuestro coro Matina y Gospel Libertad. Está claro que aquí ya se me empieza a ver el plumero, así que ahí va mi slogan:
¡Alaba al Señor! con tus sacrificios y ayunos
Con tu limosna ¡alaba al Señor!
En tu oración ¡canta alabanzas!
porque la alabanza tiene poder, así que,
¡Alza las manos sin miedo e invoca al Espíritu Santo para que te ayude y se convierta todo en una maravillosa alabanza!
¡ESTA CUARESMA SÉ CUARISMÁTICO!